lunes, 28 de diciembre de 2015

Mi madre y el negro X: El nuevo orden

Alicia no podía dejar de mirar las fotos de su madre, ¿Que la estaba pasando? No sentía el rechazo y el enfado del principio, ni siquiera los celos de hace un par de días. Simplemente sentía morbo y excitacion, tenía ante sí el reportaje gráfico de la primera relación lésbica de su madre y eso la calentaba. Mucho.

La noche anterior había vuelto a "sucumbir" a su hermana, Claudia la había usado nuevamente para obtener placer sin dar nada a cambio y ella lo había aceptado como si fuese lo que hubiese de ser. Y a lo mejor era así. A lo mejor estaba hecha para ser usada. Frank lo hacía y a ella le gustaba, ¿Por qué no iba a hacer lo mismo su hermana?

Cuando su madre llegó la noche anterior, ella todavía estaba en el cuarto de Claudia, tumbada boca arriba en la cama y con su hermana sentada sobre su cara, casi no podía respirar, pero le había excitado sobremanera. Facesitting, le había dicho que se llamaba eso. Había permanecido casi 30 minutos en esa posición, con el coño de su hermana en la boca y su ojete en la nariz, perdió la cuenta de cuantos orgadmosntuvo Claudia, lo único que sabía es que ella no había tenido ninguno.

Cuando regresó a su habitación se masturbó furiosamente hasta que se quedó dormida por el agotamiento.

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Los días pasaban y la situación volvía a la normalidad, o lo que se estaba convirtiendo en normalidad en aquella casa. Alicia había vuelto a la universidad una vez recuperada de sus lesiones, y el pequeño juego que se traían entre todos seguía su curso, aunque con pequeños cambios.

Siempre que Frank quería follarse a Elena iba acompañado de Becky para que la rubia la usase para su propio placer. Poco a poco iba introduciendo nuevos juegos y juguetes y Elena había aprendido a disfrutar de ello. Desde fustas y esposas, hasta un arnés con el que la mujer se follaba duramente a la chica. Cuando Frank se corría sobre ellas tenían que limpiarse la una a la otra con la lengua.

Alicia por su parte seguía recibiendo fotos de las peripecias de su madre, pero las visitas de Frank se habían reducido, un par de veces a la semana a lo sumo. Por contra, prácticamente todas las noches iba a la habitación de su hermana para ser usada por Claudia, se había convertido en una pequeña marioneta de su hermana y, extrañamente, eso le proporcionaba mucho placer, estaba empezando a actuar sumisamente ante ella incluso fuera de sus juegos de cama. 

Un día, Claudia apareció con un nuevo juguetito, era un vibrador que se conectaba por bluetooth al móvil de Alicia, y era controlado por el de Claudia, desde entonces se lo llevaba puesto a clase y trataba de aguantar las vibraciones aleatorias que le mandaba su hermana intentando que nadie se percatase.

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Un nuevo mensaje de Frank llegó al móvil de Alicia, lo miró ilusionada, aunque algo extrañada, era sábado, y normalmente los sábados Frank disfrutaba a día completo de su madre.

- Esta tarde estaré en tu casa con la zorra de tu madre. Ponle alguna excusa para irte, pero quédate escondida para ver el espectáculo.

La chica se desinfló, realmente volvería a pasar el día con su madre, aunque en el fondo estaba excitada por la idea de ver como se la follaba. ¿Vendría también con Becky?

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Después de comer, como había acordado, hizo que se iba de casa, pero se escondió en su habitación hasta que oyó llegar a Frank. Entonces bajó y desde el quicio de la puerta comenzó a espiar la situación. Efectivamente Becky estaba con ellos, vestida con su habitual atuendo de conejita, con el plug anal con forma de cola de conejo insertado en su culo, estaba a cuatro patas situada tras su madre, lamiendo su culo y su coño mientras ésta, a cuatro patas también, chupaba la polla de Frank.

Alicia comenzó a excitarse ante la visión del lascivo trenecito y llevó la mano a su entrepierna, apartó el tanga y comenzó a masturbarse mientras no perdía detalle de como la polla de Frank desaparecía una y otra vez en la garganta de su madre. La manos de Frank estaban aferradas a la nuca de la rubia, marcando el ritmo de la mamada. Desde la puerta Alicia podía escuchar perfectamente el sonido de chapoteo que producía, así como los jadeos de los amantes.

Becky separó las nalgas de Elena con una mano, mientras que con la otra, tras introducirla en el coño para lubricarlos, comenzó a meter dos dedos en el culo de la mujer. Alicia había visto como Frank sodomizaba a su madre, así que los dedos de Becky no debían ser un problema para ella, aun así, no dejaba de ser una escena impactante para la chica. Elena comenzó a bambolear sus caderas movida por el placer, buscando una penetración más profunda por parte de la joven.

- ¿Que crees que estás haciendo?

Alicia se dio la vuelta sobresaltada, y avergonzada, retiró rápidamente la mano de su coño. Era su hermana.

- Yo...

Ni siquiera supo acabar la frase, no podía desviar la mente de lo que estaba pasando en la habitación contigua. Retomó la masturbación aún estando ante Claudia, total, ella la había visto en situaciones más embarazosas aún.

- ¿No puedes ni acabar la frase? ¿Que ibas a decir? ¿"Yo sólo me estoy masturbando mientras veo como se follan a mi madre"? ¿"Yo sólo soy una zorra cachonda que no puede estar un segundo sin llevarme las manos al coño"?

La chica apartó la mano de su hermana y continuó con la suya, Alicia se sobresaltó, era la primera vez que su hermana hacía algo para proporcionarla placer a ella. Cerró los ojos y la dejó hacer.

- Desnúdate... - Susurró Claudia en su oído.

La chica obedeció y en pocos segundos estaba en cueros ante Claudia. Ésta se situó tras ella, masturbandola desde atrás, mientras seguían observando el trío que había en el salón.

Elena estaba sentada a horcajadas sobre la polla de Frank, que estaba en el sofá. La rubia gemía y gritaba cada vez más alto mientras Frank la ensartaba una y otra vez. Tras ella, Becky follaba su culo con una especie de mordaza que llevaba acoplada un consolador.

- ¿Te gusta lo que ves? - Susurraba Claudia. - A la vista está que te excita pero... ¿Que lugar desearías ocupar? - Esa pregunta descolocó a Alicia, obviamente le gustaría estar en el lugar de su madre, follada por la enorme polla de su macho pero... La imagen de Becky arrodillada y sometida a los deseos de los otros dos,amordazada y "obligada" a darles placer de esa manera tan humillante... - Te gusta ser tan zorra como mamá, ¿Verdad? Que te follen como la perra que eres, tener tu ración de polla todos los días... - El aliento de Claudia en su oído estaba volviendo loca a Alicia, que movía las caderas al compás de la mano de su hermana. - pero... Te pone mas que te usen... Ser el juguete de los demás, como nuestra amiga Becky. Te gusta ser usada y humillada sin que a nadie le importe tu placer...

Alicia cerró los ojos y dejó escapar un suspiro, estaba a cien, sentía como su cuerpo estaba a punto de estallar pero, de repente, Claudia paró. La agarró fuerte del pelo y tiró hacia atrás, obligándola a mirarla a los ojos.

- Veamos que tan perras sois.

Y diciendo esto empujó a Alicia obligándola a abrir la puerta y entrar en el salón.

En cuanto sonó la puerta se hizo el silencio, todos miraron a Alicia entrar desnuda y con su hermana sujetandola del pelo. La chica tropezó y Claudia no hizo nada por sujetarla, con lo que cayó al suelo ante Frank, su madre y Becky.

- ¡A-Alicia! ¡Claudia! ¿Q-Que?... - La mujer balbuceaba todavía con la polla de Frank y el consolador de Becky en sus entrañas. - Esto... Esto no es lo que parece.

- ¿Y que parece? - Preguntó Frank, con una sonrisa de oreja a oreja. 

Elena se quedó de piedra al ver la tranquilidad que mostraba, entonces cayó en la cuenta de que Alicia estaba desnuda. Intentó levantarse pero Frank la agarró con fuerza de las caderas, bajándola de golpe y metiendole la polla hasta el fondo. Elena grito de sorpresa y dolor.

- ¿Que está pasando aquí? D-dejame levantarme... - Suplicaba Elena.

- ¿Por qué? Hace unos minutos estabas suplicando por mi polla. ¿Es que ya no la quieres? - Frank la miró con severidad, Elena sabía que esa mirada implicaba mas de lo que aparentaba, que Frank no quería jueguecitos ni quejas.

- N-No... O sea... ¡Si! Si...L-La quiero... Pero...

- Ni pero ni nada, ¿Tienes algún problema con hacerlo delante de la gente? No es la primera vez que lo hacemos, ¿Verdad?

- No...pero...

Alicia recordó unas fotos en las que su madre se la chupaba a Frank en los baños de un bar, con gente mirando. Había otras en las que la sodomizó en un parque al aire libre.

- ¿Pero que?

- Son mis hijas...

- Mejor, así todo queda en familia. Claudia, ¿Tu tienes algún problema? - La chica negó con la cabeza. - ¿Y tu, Ali?

- N-No...

- P-pero... - Balbuceaba Elena, pero Frank la levantó en vilo y la tiró abierta de patas en el sofá.

De un golpe le clavó toda la extensión de su miembro en el coño, arrancando un gemido de la rubia. Comenzó un duro mete-saca que consiguió llevar a la mujer al borde del orgasmo. Alicia giró la cabeza, pero no podía evitar mirar de reojo la violenta follada que estaba sufriendo su madre, veía como botaban sus tetas y como se escapaban de su boca los gemidos de placer.

- ¿No es esto lo que quieres? - Decía el negro.

- SSsssiii..mmmhhhh... - Elena ya había perdido toda noción de raciocinio, su cuerpo era puro éxtasis y pertenecía por completo a aquella pantera que la estaba follando.

- Diles a tus hijas lo que eres. Que sepan quien es su madre.

Elena dudó y Frank sacó su polla de golpe, dejando un vacío enorme en la madura mujer.

- Noooo - Protestó, moviendo sus caderas hacia el miembro de Frank.

- Dilo.

- Soy... Soy una puta. Soy la puta de Frank, soy su zorrAHh! - El chico volvió a meter el rabo de un empellón. Elena se mordía los labios de deseo.

- ¿Veis lo puta que es vuestra madre? Se derrite por una buena polla. Aunque lo que le gusta últimamente es otra cosa...

Frank se llevantó dejando nuevamente a la mujer vacía y ansiosa. Desde la posición en la que estaba Alicia, podía ver perfectamente el coño abierto de su madre.

- Últimamente vuestra madre se ha aficionado a follarse a Becky. Le gusta usarla para su propio placer, ¿Verdad? - Elena aparto la mirada. - Venga, Becky. Ponte en la posición que le gusta a Elena. - La chica obediente se tumbó boca arriba, estirada. - Vamos Elena, no seas tímida, si todo queda en familia.

La mujer se tragó sus sentimientos, sabia que si no hacía caso Frank no querría volver a verla,  y estaba demasiado enganchada a el para permitirlo, estaba demasiado sometida a él. Total, era un paso más de todos los que había estado haciendo desde que empezó con el chico. Se levantó y se colocó a horcajadas sobre la cara de la chica, insertándose el consolador que llevaba como mordaza. Con la cara roja de vergüenza comenzó a montar la cara de la chica, primero dubitativa, después alentada por la excitación.

Alicia estaba a cien. La escena que ocurría ante sus ojos la estaba volviendo loca, la manera de actuar de su madre incluso ante sus hijas, la manera de usar a aquella chica sin importarle ella ni lo mas mínimo...

Una caricia la sacó de sus pensamientos, Frank se había situado junto a ella, con su enorme polla al lado de su cara. Alicia la agarró con una mano para dirigirla a su boca. La notó pegajosa. "Esta polla acaba de salir del coño de tu madre" se dijo a si misma. Un cosquilleo bajó desde su cabeza hasta su sexo sólo de pensarlo, primero olió, después probó, después devoró. Era extraño. Extraño y excitante. Era un sabor distinto al suyo y al de su hermana, pero a la vez era similar. Comenzó a lamer cada centímetro para recoger ese peculiar sabor, miró al chico a los ojos y después miró a su madre. Ésta la miraba fijamente, con una expresión mezcla de confusión y excitación. Entonces algo pasó entre ellas, una especie de click sonó en sus cabezas y se vieron la una reflejada en la otra. "Es tan zorra como yo" pensaron ambas, y eso les supuso una liberación y una aceptación de la situación en la que estaban enorme, sobre todo a Elena, que acababa de enterarse de todo. Justo en ese momento Elena de fijo en algo en lo que no había reparado. Su hija tenía un tatuaje igual al suyo, ¿Desde cuando...?

Pero algo interrumpió sus pensamientos porque, mientras eso sucedía, Claudia se había quitado la ropa y se había acercado a su madre. Sostuvo ligeramente las mejillas y besó suavemente sus labios.

- A partir de ahora todo irá mejor en casa, mamá. Cada una será quien realmente es.

Elena la miró a los  ojos sin comprender, y observó como su hija alzaba la pierna sobre su cabeza, dejando el coño ante su cara. La mujer estaba paralizada, la situación era cada vez mas bizarra, Claudia, al ver la pasividad de su madre la obligó a enterrar la cabeza entre sus piernas. Tras unos segundos de sorpresa, la chica notó como su madre comenzó a mover la lengua, de manera lenta pero segura. El cosquilleo que le producía, unido al morbo de la situación llevaron a Claudia a un orgasmo casi instantáneo, empapando a Elena.

- ¡Que poco has aguantado! - Exclamó Frank. - Tu madre lleva un rato ya y no se a corrido aun, y tú no has durado más que unos segundos.

- Vamos a remediar eso. - Dijo Claudia, picada por las mofas del negro. No le gustaba que se rieran de ella. - Ven aquí, mamá. 

Tiró del brazo levantándola, Elena se dejó hacer, sorprendida de la fuerza de su hija. Ésta la arrojó al suelo al lado de Frank y Alicia, apartó al chico de un empujón y lanzó a su hermana a las piernas de su madre.

- Vamos zorra, enseñale a mamá lo bien que se te da comer coños. - Alicia miraba a su hermana asustada. - ¡Vamos!

Sumisamente Alicia apartó la mirada y la dirigió a su madre durante unos segundos antes de enterrar la cabeza en el lugar por donde había nacido.

- P-Pero ¿Que? - Balbuceaba Elena tratando de detener a su hija.

Claudia se situó tras ella, le sujetó la mano y la tiró del pelo.

- Todos hemos visto lo putas que sois - dijo -, es hora de que jugueis juntas como buena madre e hija.

La mujer suspiró cuando Alicia comenzó a lamer, su lengua se movía con habilidad recorriendo con pausa cada rincón de su coño.

- La he enseñado bien, ¿Eh? - Decía Claudia. - Como podrás comprobar es toda una experta.

- ¿T-Tu?... - Elena intentaba hablar entre los espasmos de placer que le producía su hija. - ¿Vosotras?...

- Si. Nosotras. - Claudia se arrodilló al lado de su madre y comenzó a juguetear con sus pezones. - No te imaginas la de orgasmos que me ha dado mi hermanita mientras tu dormías plácidamente en la habitación de al lado. Le encanta ser tan zorra, igual que a ti. - Remarcó la última palabra con un pellizco que arrancó un gemido de su madre.

Frank se masturbaba lentamente viendo la escena, mientras que Becky seguía en la misma posición en la que la habían dejado. La respiración de Elena se aceleró e, inconscientemente llevó sus manos a la cabeza de Alicia, empujándola contra su coño. Alicia intensificó el ritmo, tenía la cara empapada del flujo de su madre y le costaba respirar, pero no estaba dispuesta a parar, notaba perfectamente las convulsiones que provocaba y quería llevarla hasta el final. 

La mujer no tardó mucho en estallar en un poderoso orgasmo que la hizo gritar y revolverse en el sitio. Cerró los ojos, no quería que esa sensación acabase y tampoco enfrentarse a la realidad de lo que acababa de suceder. 

- Que bonito espectáculo. - Dijo Frank. - Madre e hija demostrándose todo su amor pero, ¿No os olvidáis de algo?



El chico meneaba su enorme polla ante ellas, rápidamente las dos se situaron ante él, arrodillada la una a la otra y Frank comenzó a llevar su polla de la madre a la hija. Al principio reticentes, después completamente entregadas, lamían y chupaban el caramelo que tenían delante, se turnaban y se compenetraban para no molestarse y dar mas placer a su hombre.

No tardó mucho tiempo en derramar su semen en la cara de ambas, que lo recibieron gustosas con la boca abierta. Claudia estaba preparada para tomar una bonita fotografía familiar, con su madre y su hermana cubiertas de lefa.

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A partir de ese día nada fue igual. Las tres mujeres de la casa comenzaron a tener sexo asiduamente, Claudia era la dominante, Alicia la sumisa y Elena, dependiendo de con cual estuviese, una cosa o la otra. Rápidamente se instauró también esa cadena de mando para la vida habitual y no sólo para el sexo, así pues, Claudia disponía de su madre y su hermana a su antojo. Ellas hacían las tareas de la casa, las hacía disfrazarse, a veces de asistenta francesa, otras de colegialas, otras simplemente iban completamente desnudas...

Frank las visitaba casi todos los días y disfrutaba de ellas tanto como Claudia. La idea de los piercings en los pezones de Alicia le gustó, así que se los hizo también a Elena. Las hacía llevar una cadenita de oro enganchada a los aritos, o unos pequeños cascabeles que le gustaba hacer sonar mientras las sodomizaba...

Al tiempo acabó mudándose allí, y con él Becky. La chica era el escalafón mas bajo de la pequeña sociedad que habían montado, era poco mas que la mascota, no en vano siempre iba vestida como tal y, por supuesto, que no faltase su plug anal con forma de la cola del animal que correspondiese. 

Elena asumió su papel con facilidad, así como la verdadera cara de sus hijas, sentía un especial afecto hacia Alicia, puesto que se veía reflejada en ella, aunque no dejaba pasar la posibilidad de castigarla cuando le tocaba dominar, en parte por que sentía un pequeño acceso de celos por Frank, para demostrar que ella estaba por delante.

Alicia acabó la universidad y comenzó a trabajar en un pequeño periódico local. Fuera de casa actuaba con normalidad pero nada mas entrar sabía cual era su rol. Todavía, muchas noches se masturbaba pensando en el momento en el que todo comenzó, la primera vez que vio a su madre y al negro.

lunes, 7 de diciembre de 2015

Mi madre y el negro IX: Marcada

En el desayuno, Claudia no daba muestras de que lo del día anterior hubiese sucedido realmente, pero Alicia no podía dejar de pensar en ello, su hermana pequeña la había usado como un objeto sexual. Podía sentir en su cuerpo el morbo de lo prohibido, los sentimientos encontrafos, la humillación al ver que su hermana la había utilizado,y la excitación que eso le producía.

- Alicia... ¡Alicia! 

- ¿Q-Que pasa? 

- Estás como ida, ¿Te encuentras bien? - Preguntó su madre, preocupada.

- Si, si. Solo... Solo me estaba acordando de algo.

- Pues ves acabando que tu hermana y yo nos vamos a ir y hay que dejar todo recogido.

- Acuerdate que hoy llegaré tarde, mamá. - Dijo Claudia. - Después de clase iré a hacer un trabajo a casa de María.

- ¿Llegaras a cenar?

- Si, para la cena estaré aquí.

- Pues te quedarás sola otra vez cariño - dijo dirigiéndose a Alicia. - Yo tampoco estaré aquí en todo el día. ¿Estaras bien?

- ¿Eh? Si si... No os preocupéis. - La imaginación de Alicia voló pensando en tener otro encuentro con Frank, ¿Lo habría preparado él la ausencia de su madre, al igual que el día anterior?

En cuanto se quedó sola en casa sacó el móvil.

- Hola, Frank. - Escribió.

- Hola. ¿que ocurre?

- Otra vez voy a estar sola en casa y... Me preguntaba si querrías repetir lo de ayer. 

- ¿Te gustó?

- ... Si... Fue... Fue diferente.

- ¿Diferente? Jaja nunca lo habría expresado así. A mi también me gustó mucho estrenar tu culo, creeme cuando te digo que no será la última vez que lo haga.

- Entonces... ¿esta tarde...?

- Si que te debió gustar para estar tan impaciente ;) pero, "lamentablemente" hoy no puedo. Como sabrás bien, tengo otra zorrita a la que atender y, debido a tu estado de salud no he podido darle el trato que se merece. Entre tu estado y el adiestramiento de nuestra nueva amiguita... 

- Mi... ¿Mi madre?

- Exacto. Está desesperadita por que me la folle, mas o menos como tú, y no quiero hacerla defraudarla. Así que hoy te tendrás que aguantar.

- D-De acuerdo...

El mundo se le vino encima, estaría sola todo el día, realmente sola. Y además, sabiendo que Frank estaría follandose a su madre.

Entonces se le ocurrió. Realmente si que tenía algo que hacer...

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Nunca había estado en un lugar así, era algo oscuro y le parecía un poco siniestro, con todas aquellas fotos en las paredes, pero estaba decidida y ya no quería dar marcha atrás. En el mostrador se encontraba un hombre fornido, por no decir obeso, calvo, con barba y el cuerpo lleno de tatuajes. Se acercó a él.

- H-Hola. Venía... Venía a hacerme un tatuaje.

- Hola. ¿Sabes el diseño que quieres? ¿O prefieres mirar alguno? - Dijo el hombre, señalando un cuaderno lleno de diseños.

- No no, lo tengo claro. Quiero una pica negra, de la baraja francesa, con una F mayúscula dentro.

El hombre la miró con una expresión extraña mientras una media sonrisa se marcaba en su cara.

- Vaya, no sabía que eras de esas... Es una lastima. - Añadió con fingida cara de pena.

- ¿De esas? ¿A que te refieres? - Alicia estaba confusa, ¿Que era ese tatuaje?

- Sabes lo que significa, ¿no? Por eso lo quieres... - El hombre vio la duda en la cara de la chica y continuó hablando. - ¿No es ese el tatuaje que os hacéis las que solo queréis que os folle un negro? Lo del rollo ese de la reina de picas... Ya la pueden tener grande para que os dejéis marcar así...

La cara de Alicia se puso colorada tan rápidamente que creía que le iba a estallar la cabeza.

- No te preocupes, no eres la primera que me lo pide, y tampoco serás la última seguramente.

Alicia comprendió ahora por qué Frank le había pedido a su madre que se tatuase ese símbolo... Demostraba su total sumisión hacia él... Y ella iba a hacer exactamente lo mismo...

- ¿Donde lo quieres? - Preguntó el hombre.

- Eh... En una nalga... Aquí, en la izquierda. - Se señaló el lugar.

- Ya veo... Túmbate aquí, boca abajo. En seguida lo tengo todo a punto.

Alicia se tumbó, llevaba una falda tableada que el tatuador levantó ligeramente dejando a la vista su culo, sentía vergüenza y a la vez excitación al exhibirse así delante de aquél hombre. Por supuesto, se había puesto tanga como Frank la "recomendaba" así que el hombre que estaba sobre ella tenía una visión perfecta de su culo.

Al notar el zumbido de la maquina de tatuajes se tensó, esperando sentir un enorme dolor al recibir los pinchazos.

- Relajate, ya verás como no te duele nada. - Dijo el tatuador. - Además, no tardaré mucho.

Efectivamente el dolor era muy ligero, mucho mas leve de lo que se esperaba. El hombre no tardó mas de media hora durante la que Alicia estuvo continuamente rogando que no se diese cuenta de lo excitada que estaba. Si lo había hecho o no, no dio muestras de ello, mas allá de una palmada en la nalga derecha para indicar que había terminado. Alicia no protestó.

Cuando hubo terminado cogió su bolso para pagar y, al mirar el móvil vio que tenia varios mensajes de Frank, suponía el contenido de los mismos, pero no se esperaba la sorpresa que se llevo cuando los vio. Levantó la vista, boquiabierta y vio un pequeño estante con multitud de aritos y piercing. Una locura acudió a su mente.

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Claudia llegó a casa antes de lo esperado. Sabia que su madre todavía estaba con Frank, así que solo debería estar su hermana en casa. Un cosquilleo recorrió su entrepierna al recordar la noche anterior, como había usado a su hermana para su placer y como esta lo había aceptado sin rechistar. Estaba hecha toda una zorra, al igual que su madre.

Cuando entró se encontró la casa a oscuras.

- ¿Ali? - Llamó dubitativa.

- ¡Aquí arriba!

Claudia siguió la voz, pero su hermana no estaba en su habitación, sino en la de Claudia.

- ¿Que haces aquí? - Preguntó. Alicia estaba sentada en el borde de la cama, en una posición algo rara. - ¿Que te pasa?

- Hay algo que quiero enseñarte. - Dijo seria. Se movió un poco y puso una mueca de dolor.

- ¿Te encuentras bien? ¿Te han hecho algo? - Claudia recordó asustada lo mal que lo pasó cuando se enteró del incidente con Rebeca.

- Si... Es decir, no... Pero... Mas o menos.

Alicia se dio la vuelta y levantó ligeramente su falda, enseñando a su hermana su culo enrojecido adornado con su nuevo tatuaje.

Claudia se quedó boquiabierta, no se esperaba algo así. Había ido por iniciativa propia a hacerse el mismo tatuaje que su madre, a ella la había tenido que convencer Frank, aunque cierto es que no le costó mucho...

- ¿Sabes lo que eso representa? ¿Eres consciente de lo que has hecho?

- Si...En un principio creí que era algo entre mama y Frank nada más... Después, el tatuador me dijo algo... Y al llegar a casa he estado buscando información.

- ¿Y?

- Y estoy dispuesta.

- ¿Estas dispuesta a reconocer que eres inferior? ¿Que tu cuerpo está a disposición de cualquier negro? - Claudia no salia de su asombro al ver como Alicia asumia eso tan fácilmente. - Cualquier negro que vea tu tatuaje sabrá que no eres mas que una sucia furcia para el...

- Yo... Si Frank ha querido esto para mamá, estoy dispuesta a aceptarlo yo también. Y... Y no es lo único que he hecho...

Claudia la miró con curiosidad.

- ¿Qué...? - Comenzó a preguntar mientras su hermana desabrochaba su camisa y le enseñaba dos brillantes aritos dorados en los pezones. - Estás hecha una verdadera zorra, hermanita. - Se acercó y acarició suavemente los adornos, Alicia se estremeció, no dejando claro si era de dolor o de placer. - Haces todo esto para demostrarle a Frank que no tienes nada que envidiar a mamá, ¿verdad? - Alicia bajó la mirada, avergonzada. - ¿Sabes lo que ha estado haciendo mamá esta tarde? - Su hermana asintió - ¿Sabes con quien ha estado?

- S-Si... Frank me ha mandado fotos. No... No esperaba algo así...

- Y eso te ha puesto cachonda, ¿Cierto? Cachonda y celosa... Tanto como para anillarte los pezones.

Claudia volvía a analizar acertadamente las manera de actuar de su hermana. La chica llevó una mano a la entrepierna de Alicia, arrancándola un suspiro.

- ¿Te gustó lo de ayer? - Susurró - Te excita sentirte usada, ¿Verdad? Incluso por tu hermanita pequeña. 

Alicia tenía los ojos cerrados, todos sus sentidos  estaban puestos en la mano de su hermana, que buceaba bajo su tanga. Intentó contestar a la pregunta pero de su boca sólo salió un ligero gemido.

- Túmbate. - Dijo Claudia imperativamente. - Vamos a ver si ayer aprendiste la lección.

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Unas horas antes Elena llegaba a casa de Frank. Abrió la puerta sin llamar como hacía siempre, pasó al recibidor y comenzó a quitarse la ropa como sabía que le gustaba a él. Se quedó únicamente con los tacones, las medias y un sugerente conjunto de encaje azul, compuesto de tanga y sujetador de balcón, que dejaba sus tetas medio expuestas.

Al avanzar hacia el salón, donde sabía que le esperaba él, pasó frente al espejo del pasillo, viendo su cuerpo reflejado. El rubor acudió a dud mejillas por verse en esa situación, pero también se excitó. No podía negar que aquello le gustaba. Aquél chico le había descubierto un mundo que nunca había conocido, un mundo de placer, sumisión y, en cierta manera, liberación.

Entró al salón y encontró a su adonis esperándola, sentado en el sofá con su impresionante torso desnudo. El bulto en su entrepierna denotaba que él también estaba esperándola con ansia.

- Hola, zorrita. ¿Me habías echado de menos?

Sin decir nada, Elena se abalanzó sobre él, necesitaba tocarle, besarle... Necesitaba que la hiciese suya una vez más.

Frank no desperdició ni un momento y agarró fuertemente a la mujer de las nalgas, montándola sobre él a horcajadas. Inmediatamente Elena se frotó contra él, buscando el contacto de su dura polla. Le estaba devorando a besos, disfrutando del momento que tanto había ansiado, que tanto necesitaba. Se separó de él y, mirándole a los ojos comenzó a descender hacia el suelo con la mirada cargada de lujuria. Pocos segundos tardó en liberar el inmenso miembro del chico y comenzar a lamerlo de arriba a abajo. Frank puso su mano sobre su cabeza, guiándola, marcando el ritmo, aunque ya lo hacía ligeramente.

Al principio a Elena le costaba mucho tragarse la polla del chico, pocas veces había hecho sexo oral y, por supuesto, nunca con una tan grande, así que Frank la guiaba, forzándola a tragar un poquito más cada vez, hasta que fue capaz de hacerlo ella sola. La mujer sintió una punzada de orgullo al pensar en como había mejorado en materias sexuales, y todo gracias a él. Ahora, la mano era más simbólica que otra cosa, a la mujer le excitaba sentirse dominada y obligada, y a Frank le sucedía lo mismo.

Como de costumbre, Frank cogió el móvil y comenzó a fotografiarla. Al principio la mujer había tenido reparo con ello pero después, como con el resto de juegos que él proponía, había transigido y había llegado a gustarle, hasta el punto de ser ella la que posaba voluntariamente, mirando a la cámara con lascivia, mostrando su lengua repleta de semen, abriendo sus piernas para mostrar su sexo y su culo... Incluso se había dejado hacer vídeos. A veces, revisionaban juntos el material y acababan follando de nuevo.

- Hoy tengo un nuevo juego para ti. - Dijo el chico.

Elena se estremeció, la última vez que dijo eso, fue sodomizada por primera vez en su vida, acabó gustándola, si, pero al principio el dolor fue insoportable. 

- Sabes que haré todo lo que quieras que haga. - Replicó la mujer, dando ligeros lametazos en el glande del chico entre palabra y palabra. - Soy tuya por completo.

Frank sonrió al escuchar esas palabras, se llevó una mano a la boca y silbó. Elena tenía curiosidad por ver de que se trataba, estaba expectante. Unos segundos después, una preciosa morena vestida de conejita avanzaba con paso firme hacia ellos, Elena se quedó boquiabierta, no se esperaba eso. La morena se arrodilló en el sofá para dar un húmedo beso al negro, dejando su culo justo ante la cara de Elena y, sin que a ésta le diese tiempo a reaccionar, se arrodilló a su lado y la besó en la boca.

Elena estaba paralizada, no se esperaba algo así. La chica arrebató la polla que tenía entre las manos, se la tragó entera y, acto seguido volvió a besarla. La rubia miró a su hombre, que asintió ligeramente con la cabeza. Ese gesto sirvió para despejar las dudas de la mujer, que imitó a su compañera tragándose el rabo y después besándola.

Frank disfrutaba de la maravillosa mamada a dos bandas sin perder detalle con su cámara hasta que le llegó el orgasmo, que descargó abundantemente en la cara de las dos zorras que tenía a sus pies.

Las chicas se quedaron arrodilladas, mirándole fijamente, Elena tenía dibujada la confusión en la cara, pero estaba claro que lo había disfrutado y que tenía ganas de más.

- ¿Te ha gustado la sorpresa, zorrita? - Elena se puso roja y agachó la mirada. - Te he hecho una pregunta.

- Si... M-me ha gustado... - Miró de refilón a la joven que tenía al lado. Tenía una mirada extraña, como si no estuviese completamente ahí.

- Me alegro, por que quiero que te lleves bien con tu nueva amiga. Lo primero es presentaros. Elena, ésta es Becky. Becky, ésta es Elena. Quiero que la trates tan bien como al resto de tus amigas, ¿De acuerdo? - Becky asintió, con una sonrisa de oreja a oreja. - Y tu, Elena. Quiero ponerte a prueba, eres mi zorra, mi puta, ¿No es cierto? - Elena se estremeció al oír eso, sentirse inferior a su hombre la excitaba. Asintió también. - Pues quiero que trates a ésta perra como lo que es. Quiero que la uses para tu placer, que la humilles, que la sometas... Quiero que la trates como si fuera tu esclava.

Elena miró asombrada a Frank, después miró a Becky y notó que su respiración se había acelerado, frotaba ligeramente sus muslos, ¡Estaba cachonda! Lo que la esperaba le gustaba y... A ella también. Su coño estaba chorreando.

- Pero... - Balbuceó. - Yo no soy lesbiana... 

- Serás lo que yo diga que seas, puta. - La voz del chico se volvió brusca por un instante, lo que eliminó todas las dudas de la mente de la rubia. - ¿No te has quedado con ganas de correrte? ¿No quieres ver como esta preciosidad te lleva al orgasmo una y otra vez? Tendrás a tu propia esclava que atenderá todos tus deseos...

Elena dudaba, realmente necesitaba correrse, estaba muy cachonda, pero quería que Frank la follase... Aunque sabía que si no le hacía caso no obtendría nada de él. Miró a la chica, realmente era preciosa...

Elena reunió coraje, se sentó en el sofá ante Becky y, mientras miraba a Frank a los ojos se abrió de piernas.

 

La chica no necesitó que la dijera nada, se acercó al coño de la rubia y, como si fuera un pequeño ritual, comenzó primero a olerlo, aspirando fuertemente el aroma a sexo que desprendía. Ese acto le resultó sumamente morboso a Elena, que notaba el aliento de la chica en su entrepierna. La lengua de la morena comenzó a recorrer el interior de sus muslos, acercándose cada vez mas a su objetivo pero sin alcanzarlo, haciéndose desear. Elena jadeaba profusamente y comenzaba a mover las piernas buscando el contacto.

- ¿Te gusta? - Preguntó Frank.

- Mmmmmm. - Asintió la rubia, mordiéndose los labios.

- ¿No quieres que llegue hasta el final? Es tu perra, ordénaselo. Oblígala. Hará todo lo que la mandes. 

Elena cerró los ojos y suspiró, agarró a Becky de la nuca y le hundió la cara en su coño.

- Lámeme el coño, zorra, no vas a parar hasta que me corra en tu cara.

Frank sonrió al ver esa actitud en su perra, como forzaba a la chica a devorarla, casi no la dejaba ni respirar. Los jadeos se hacían mas intensos cada vez, estaba a punto de llegar al orgasmo.

- Como disfrutas con esto, ¿Eh? - Le susurró el chico al oído. - Eres toda una ninfómana, una zorra esclava del sexo. - Elena cada vez estaba más cerca de explotar, la profunda voz de Frank en su oído la calentaba más aún. - Mírala, ¿que edad tendrá? Podría ser tu hija, y aquí estás, obligandola a comerte el coño. - La mujer abrió los ojos de la impresión - Yo creo que sera de la edad de Alicia, ¿No te parece? - Por un momento la racionalidad se abrió paso en su mente, pero la lengua de Becky la devolvió al fondo de su mente. Mientras la idea de que aquella chica podría ser su hija rondaba su cabeza, su cuerpo estalló en un intenso orgasmo sobre ella.

Elena se quedó en el sitio mientras su cuerpo vibraba de placer, ya había soltado la cabeza de Becky, pero ésta no paró de lamer ligeramente su sexo.

Frank se levantó del sofá.

- ¿Por qué...? - Preguntó abrumada Elena. - ¿Por que dijiste eso de mi hija? Ahora no me lo puedo quitar de la cabeza. 

- No es ninguna mentira, ¿Es de la edad de tu hija o no? Además, no puedes negar que te ha puesto cachonda la idea. - Elena apartó la mirada. - Seguramente tus hijas son tan zorras como tú, aunque no lo quieras ver. 

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Elena llegó a casa abrumada y con la cabeza llena de dudas, ¿Como podía haberle excitado pensar así de su hija? Frank la estaba convirtiendo en un monstruo, pero... Pero adoraba ser su zorrita.